Dos mujeres, una británica ya madura y una madrileña en la treintena, leen juntas una novela en la librería propiedad de la segunda. Es el Madrid de comienzos de los cincuenta, esa ciudad gris y triste pese al azul intenso de su cielo. La británica se llama Alice, o quizá no, pero con ese nombre se presenta. La española es Lola. La primera es enigmática, tiene un pasado que no termina de estar muy claro. La segunda es una víctima más de la Guerra Civil y la interminable postguerra. Ambas van conociendo, a medida que avanzan en las páginas del libro, la historia de una joven inglesa hija de un aristócrata que no la reconoció como tal, y su peripecia vital y amorosa a través de varias ciudades, entre ellas París. Marian Izaguirre, una escritora bilbaína afincada en Madrid, hace que el relato de las vidas de unos y otros, situados en tiempos y lugares diferentes, avance sin desmayo mediante un sofisticado engranaje en el que cada historia empuja a las demás. Algo así sucede con los personajes masculinos, cuyas vidas conocemos por el impacto que tienen en las mujeres protagonistas. La vida cuando era nuestra es una novela muy atractiva y una declaración de amor a los libros y los libreros. Esa modesta librería en la que leen las dos mujeres, situada en una calle cortada por la que poca gente pasa, en realidad es un refugio, un lugar en el que se han abolido la pobreza, la envidia y la injusticia. Un lugar para los sueños. Marian Izaguirre no lo ha inventado. Una buena librería siempre lo es.