La peculiar historia de pasión adolescente que se cuenta en Dédé ha sido, desde su publicación en 1901, un referente imprescindible para la sensibilidad homosexual, siendo mencionada recurrentemente en el canon literario, tanto en el ensayo como en la ficción. En esta novela –una auténtica novela de culto–, una generación de hombres encontró el reflejo de su manera de sentir, un asidero al que aferrarse en tiempos muy oscuros para la libertad sexual; y nosotros hallaremos en sus páginas una huella que aún se mantiene fresca sobre la arena movediza del deseo. La puesta en escena que Achille Essebac propone al lector es propia de un refinado estilista de la Belle Epoque, como lo fue él mismo. Así, su trama va hilvanando momentos de tensión emocional, descripciones de los escenarios exóticos del grand tour, refinadas liturgias y momentos de excepcional grandiosidad o de intenso dramatismo, que proyectan su brillo como las facetas de un raro diamante. La gran calidad literaria de la narración ha conseguido que su mensaje se mantenga hoy, aunque sea recibido por el lector actual de manera distinta a cuando se escribió, porque el mundo ha cambiado gracias, entre otras cosas, a la valentía de autores como este que consiguieron sacar a la luz pública la idea de un amor que ya no aguantaba más para decir su nombre, por lo que terminaron por proclamarlo en voz alta. El libro mantiene, sin embargo, una característica que ya fue destacada por la crítica en su momento, pues Dédé continúa siendo una obra profundamente perturbadora. Cerramos ahora ese círculo virtuoso de activismo y valentía que abrió Essebac, saldando una deuda incomprensible con los lectores en español que nunca habían tenido la oportunidad de acceder a ella en su idioma. Dédé se convierte así en una primicia tan sugerente como cuando se propuso por primera vez, hace casi 120 años.