Esta sorprendente novela narra la historia de un asesino a sueldo que llega a México DF para llevar a cabo uno de sus sangrientos encargos, concretamente el asesinato de un líder político que no resulta cómodo para algunos de sus propios compañeros de partido. Mientras aguarda el día en que tal cosa sucederá –su espera se ve incrementada debido a un cambio no previsto en la agenda del personaje al que debe abatir- y estudia el lugar donde debe llevarse a cabo el crimen, se dedica a recorrer la ciudad como haría cualquier turista, pero espoleado por un instinto peculiar que guía constantemente sus pasos. Dando muestra de un refinado gusto en lo cultural, pero promiscuo y popular en lo sexual, aprovecha para reencontrase con una megalópolis, de la cual considera a sus muchachos humildes el mayor atractivo. Espoleado por el deseo de encontrar a esos jóvenes, recorre los baños públicos en cuyas salas de vapor general se refugian los gais locales de las clases populares, los parques frecuentados por muchachos de alquiler de bajo coste y gran belleza o las salas oscuras de los cines de barrio en los que nadie presta atención a la pantalla. Todo ello sin dejar pasar la oportunidad de visitar las mejores exposiciones, los museos o algunas de las ciudades coloniales más emblemáticas, como cualquier visitante interesado en la cultura del país. Pero él lo hace siempre buscando el encuentro rápido con muchachos humildes, los cuales casi siempre terminan por dar muestra de una sexualidad voraz e irreflexiva, y a los que encontrará en los numerosos lugares en los que la gran metrópolis ofrece permanentemente su extensa oferta sexual. Dando muestras de poseer una gran sangre fría aguarda, entre visitas a exposiciones, abrazos de muchachos procaces de marcados rasgos indígenas y nubes de vapor de lugares solo visitados por las clases humildes, el día en que espera salir sin tropiezos de uno de los trabajos más difíciles (también el mejor pagado) que ha llevado a cabo hasta entonces. La novela nos presenta una visión inédita de México DF, a la que se retrata como una ciudad colorida, viva, ruidosa y polucionada, pero, también, promiscua en lo sexual, donde la oportunidad aparece en cada rincón, en la que proliferan los lugares preparados para los encuentros anónimos entre hombres, donde la oferta de sexo es profusa y permanente y en la que los muchachos exhiben un instinto sexual casi suicida.